El miedo a la expansión hacia otros mercados, países y continentes es un factor todavía presente en los empresarios y emprendedores españoles. Las causas más comunes son la falta de conocimiento de las reglas de juego, el desconocimiento del mercado, dificultades para acceder a la financiación y el temor a escenarios adversos (guerras, recesiones, inflación…). Sin embargo y tras el estancamiento producido por la crisis sanitaria, en los últimos meses se ha reactivado el interés de las compañías ‘made in Spain’ por los mercados internacionales.
“La internalización representa un desafío y un cambio de paradigma para las empresas, y muchas de ellas se ven empujadas a emprender el ‘viaje’ por el estancamiento del mercado o una crisis; pero lo cierto es que correr el riesgo de internacionalizarse puede convertirse en una gran aventura con final feliz”, señala Italo Torrese, CEO de Softlanding Global.
En este escenario, un estudio de KPMG apunta que las mayores preocupaciones para los empresarios españoles están relacionadas con las presiones competitivas en los diferentes mercados, los nuevos hábitos y preferencias de consumo, la transformación digital, el proteccionismo, la sostenibilidad y la resiliencia del modelo de negocio. Mientras que, en cuestión de mercados, Estados Unidos se posiciona como el destino extracomunitario más prometedor para las compañías de nuestro país.
Al respecto, el CEO de Softlanding Global destaca que “España puede presumir de su estrecha relación económica y comercial con Estados Unidos, un país que tiene una balanza comercial negativa. Esto significa que importa más de lo que exporta porque su producción interna no cubre las necesidades de toda su población y está siempre abierta a recibir nuevos negocios”.
A pesar de todas las ventajas que puede presentar el desembarco en Estados Unidos para empresas y pymes, los desafíos que enfrentan las empresas españolas en la primera economía del mundo pueden ser tantos como compañías hay. Sin embargo, Italo Torrese destaca que los más comunes son:
- Cambiar la forma de pensar en lo jurídico, financiero, comercial y fiscal. Estados Unidos se rige por el modelo jurídico anglosajón, mientras que España y América Latina se rige por el modelo romano. Un hecho que deben tener presente los empresarios españoles.
- VISA de residencia o de inversor. Nada más lejos de la realidad y es que este pensamiento es un mito sin fundamento alguno. La experiencia demuestra que es más barato hacer negocios en la primera economía del mundo que en Europa y en España, algo que puede realizarse sin visa de residente o inversionista.
- La posibilidad de ingresar en un mercado más grande del que podemos atender. Las empresas made in Spain deben abandonar viejos patrones de pensamiento y lograr vencer los miedos tradicionales.
- El mercado está muy saturado y la competencia es alta. Esta idea de que la competencia es feroz es una realidad, pero también hay que tener en cuenta que el mercado estadounidense es tan grande que hay clientes para todos.
- La barrera del idioma. Aunque el lenguaje puede ser un reto, cabe destacar que el español está tomando mucha fuerza dentro de Estados Unidos,
“Todos estos desafíos representan a su vez enormes oportunidades de desarrollo y crecimiento”, explica Italo Torrese, fundador y CEO de Softlanding Global.