La inflación y los efectos perniciosos de la guerra de Ucrania emergen como uno de los principales retos para la empresa mediana española. La invasión bélica ha generado movimientos geopolíticos, sociales y económicos que han propiciado una tensión generalizada en los precios e inquietud empresarial a medio plazo.
Con los últimos datos de inflación situados en el 9,8% interanual, aupados por la subida de los precios de la energía y un aumento generalizado de los costes, los empresarios del middle-market nacional plantean inmediatas medidas para hacer frente a la nueva coyuntura. En España, un 51% de los empresarios de la mediana empresa reconoce que tendrá que subir sus precios este año en respuesta a las tensiones inflacionistas. Una cifra que crece 18 puntos desde principios de 2021 e incluso superar en 5 puntos la media del resto de países europeos. Se trata de una tendencia generalizada entre el grueso de los directivos nacionales, en el que sólo un 12% reconoce que cuenta con margen para reducir sus precios en los próximos meses.
Esta es una de las claves que desprende del primer Pulso de la Mediana Empresa Española de Grant Thornton de 2022, que mide la salud de las compañías medianas de nuestro país, de entre 50 y 500 empleados, comparándolas con las de Europa y las del resto del mundo a partir de una metodología desarrollada por Oxford Economics. Cada seis meses, la firma de servicios profesionales analiza las perspectivas y barreras para el crecimiento percibidas por más de 10.000 ejecutivos de 29 países, 400 de ellos en España.
Para solventar la situación, la mayoría de los empresarios considera que el mercado exterior será “una de las principales palancas de la recuperación económica”. De hecho, un 44% de los encuestados asegura que aumentará su nivel de exportación. La cifra que arroja el informe es muy similar a la de la media europea, donde un 45% de las empresas exportará; mientras que a nivel global solo lo hará un 38%.
La desaceleración económica ha provocado incertidumbre entre los empresarios y ha afectado a las previsiones de ingresos y de beneficios. No obstante, un 53% de los empresarios espera aumentar su facturación y un 46% sí cree que se incrementarán sus beneficios, pese al estancamiento que se ha producido en los últimos resultados.