La pequeña y mediana empresa es la que más está sufriendo el impacto de la subida del salario mínimo, lo que ha hecho que las pymes se estén quedado sin margen para asumir fuertes subidas salariales en el marco de la negociación colectiva, esta es la principal conclusión que recoge CEPYME en su informe El impacto de la subida del SMI en las pymes.
La última subida del SMI en 2022 se está traduciendo en un ‘efecto de segunda vuelta’ sobre el resto de los salarios. Ha creado una mayor homogeneidad retributiva a nivel nacional sin tener en cuenta la productividad del territorio, del sector ni del tamaño de empresa. Y la pequeña y mediana empresa está siendo la más perjudicada. La productividad de las pymes es casi tres veces menor que las de más de 250 trabajadores, situación que se agrava por sector y territorio, afectando de forma distinta a sus márgenes y rentabilidad, y, por tanto, incidiendo en mayor medida a la de menor estructura. La menor competitividad de las pymes dificulta, en términos generales, la posibilidad de repercutir el aumento de los costes salariales al precio final.
Por ejemplo, en el sector servicios, el SMI es el 59,2% del salario medio, pero en el caso de las empresas pequeñas del sector esta cifra se sitúa por encima del 60% en todas las comunidades autónomas. Es más, en 12 territorios autonómicos, el SMI ya se sitúa en franjas muy cercanas al 80% del salario medio sectorial, llegando incluso al 90,5% de la retribución de servicios.
Por ramas de actividad, se observa que el SMI ha generado una mayor tensión salarial en algunos subsectores como Hostelería, Otros servicios, Actividades administrativas, Arte y ocio y Comercio, donde el salario mínimo ya supera el 65% de la remuneración media e incluso supera el 80% en tres de estas ramas.
Territorialmente, hay una amplia diversidad salarial. El incremento del SMI ha impactado en mayor medida en las comunidades donde el salario medio es menor. En las comunidades canarias y extremeña, el SMI se sitúa por encima del 70% de su retribución media. No obstante, al realizar un análisis provincial esta disparidad se acentúa. En 18 provincia, el SMI se sitúa por encima del 65% salario medio, nueve de ellas recoge porcentajes superiores al 70%.
Freno a la creación de empleo
La subida del salario mínimo interprofesional (SMI) ha impedido la creación de 161.000 empleos entre 2016 y 2021 y amenaza con generar incrementos permanentes de la tasa de paro de larga duración.
Por ejemplo, entre 2016 y 2019 la subida del SMI fue del 37,4%, lo que provocó que la creación de empleos elementales se desacelerara fuertemente y que, sin embargo, creciera más deprisa la creación de puestos de trabajo más cualificados. El estudio concluye que un alza más moderada del salario mínimo habría permitido crear 131.600 puestos de trabajo más en este periodo, una cifra que se eleva a 161.000 entre 2016 y 2021, cuando el alza del SMI fue del 47,2%.
Frente a los argumentos de que un alza del SMI provoca una mejora en los colectivos más vulnerables, las cifras evidencian que el impacto en la creación de empleo daña más a las mujeres, a los jóvenes y a los trabajadores menos cualificados y sin experiencia. Además, un incremento no moderado del salario mínimo puede estimular en el futuro el reemplazo de puestos de trabajo por maquinaria o robots, lo que provocaría un incremento permanente del desempleo de larga duración.
Comparativa europea
En ninguno de los grandes países de la Unión Europea el salario mínimo ha subido tanto como en España: un 52,6% desde 2016, frente a menos del 15% en Alemania, Francia y Holanda. A esto hay que sumar que España tiene la segunda relación más alta de la UE entre el SMI y el salario medio (54,1%). En Alemania, Bélgica y Holanda, entre otros, esa relación es al menos 10 puntos porcentuales inferior. Solo en cinco países de la UE el SMI supera el 50% del salario promedio.
En resumen, el informe elaborado por CEPYME remarca que la subida del salario mínimo interprofesional (SMI) a 1.000 euros en 2022 resulta especialmente gravoso para las pequeñas empresas, socavando más la baja productividad de estas empresas. A esto hay que sumar los problemas que muchas empresas arrastran de la anterior crisis derivada de la pandemia como es el sobreendeudamiento, el aumento de la morosidad y la falta de recuperación todavía en muchos sectores. El incremento de los precios tanto de las materias primas como de la energía, agravado por el conflicto bélico en Ucrania genera una incertidumbre todavía mayor y unas consecuencias incalculables por el momento que llaman a la moderación salarial.